
Aceptar que la práctica de pedir dinero a los usuarios que rechazan las cookies pueda parecer un tanto controvertida, pero desde el punto de vista legal, está perfectamente respaldada. A partir de enero, es posible que hayas notado que algunos medios de comunicación y sitios web te solicitan un pago, ya sea anual o diario, si decides no aceptar las cookies, esas pequeñas herramientas que rastrean tus preferencias y comportamiento en línea.
¿Es esto legal? Sí, lo es. Elisabet Viñes, gerente del Área de Protección de Datos en ECIJA, informó a Confilegal que en julio, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) cambió su criterio y emitió una nueva guía que entró en vigencia en enero. Esta guía estableció que se puede rechazar el uso de cookies, pero se permite a los sitios web cobrar por ello.
Según Viñes, al instalar cookies en tu navegador, estás dejando tus preferencias a disposición de los sitios web, lo que les brinda una ventana significativa para dirigirte publicidad personalizada, una fuente de ingresos importante para muchos medios. Hasta este cambio, se entendía que las cookies solo podían instalarse con el consentimiento del usuario, sin condicionar la navegación a su aceptación.
Sin embargo, la nueva guía de la AEPD interpreta que este rechazo no tiene por qué ser gratuito, lo que ha permitido que muchos proveedores adopten esta práctica. Esto se debe a que los medios necesitan financiarse de alguna manera, y el modelo tradicional de financiación a través de la publicidad ha cambiado drásticamente con la transición a lo digital.
Viñes subraya la importancia de concienciar a los usuarios sobre lo que implica aceptar las cookies, ya que estas rastrean y monetizan nuestras preferencias. La posibilidad de pagar por no aceptarlas puede hacer que los usuarios sean más conscientes del valor de la información que están proporcionando de forma gratuita.
Aunque esta práctica plantea cuestionamientos sobre la libertad del consentimiento, Viñes destaca la necesidad de reforzar la transparencia y explicar claramente las implicaciones de cada opción para los usuarios. Esto es crucial en un contexto en el que las políticas de cookies revelan un intenso intercambio de datos con numerosas empresas.